Veamos… ¿cómo haces cuando tienes buenas noticias que comunicar, por ejemplo, lograste hacer algo que no podías hacer?

Escribes una carta o llamas por teléfono, envías un SMS o un correo electrónico, ¡y salto! ¡Ya está! Lo dices saltando, cantando o muy suavemente al oído. Finalmente te las arreglas para que los demás lo sepan y sobre todo que sean tan felices como tú. ¿No es así ?

¿Y cómo hace Dios cuando quiere comunicar buenas noticias?

Bueno, lo vimos en nuestras últimas historias. Muchas veces envió a sus mensajeros del cielo, a ángeles. Por ejemplo a Zacarías, a María, a José, a los pastores. Pero no siempre hace lo mismo, y hoy vamos a ver cómo avisa a un anciano y a una anciana.

Vamos a contar esta historia que podrás volver a leer en el capítulo 2 del Evangelio de Lucas. Al final de la historia, podrás contestar a mi pregunta : Simeón y Ana, ¿qué hacen cuando ven al bebé?

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Lee el texto de la historia

Para los animadores

Texto completo de esta historia:​

¿QUIÉN LES VA A DECIR QUE EL BEBÉ NACIÓ?

Simeón es un anciano que vive en Jerusalén. Ama a Dios con todo su corazón. Sabe que Dios ha prometido enviar a un Salvador para hacer el bien tanto a los niños como a los adultos. Lo cree con todo su corazón y durante años y años está esperando que esto se realice. No se desanima porque Dios le hizo la promesa de que no moriría antes de ver a este Salvador prometido.

 

Un día, el Espíritu de Dios le anima a ir al templo. Es como si, en su corazón, le dijeran: “Simeón, va al templo, va al templo”. Simeón obedece porque sabe que Dios a veces habla de esta manera.

Al entrar en el templo, ve a una joven pareja que llega con un bebé en brazos. Vienen a presentar a su hijo al Señor. Son José y María.

Simeón no los conoce y este bebé que lleva María no tiene ninguna particularidad, pero Simeón comprende inmediatamente lo que está pasando.

Delicadamente toma al bebé en sus brazos y comienza a hablar a Dios, alabándolo. Y dice :

– Dios mío, ahora puedo morir, puedo irme en paz a tu lado, porque hoy veo al Salvador que me prometiste. Él es la luz que iluminará a todas las naciones, a todos los pueblos.

José y María escuchan maravillados.

 

Simeón les bendice y luego le dijo cosas extrañas a María:

– Mucha gente rechazará a tu hijo y eso te hará sufrir. Pero también será motivo de gran alegría para muchos otros.

María no comprende muy bien, pero guarda estas palabras preciosamente en su memoria.

 

Ahora ahí viene una anciana de 84 años, Ana. Vive en el templo desde hace muchos años.

Cuando ve al bebé, empieza a alabar a Dios en voz alta porque ella también comprende. El Espíritu de Dios le reveló que este niño pequeño que está aquí es el Salvador prometido.

Ella está tan contenta, ¡por fin! Él está aquí. Le dice a todas las personas que encuentra y que también están esperando la llegada del Salvador. Les dice:

– ¡Podéis gozaros! Ahora podéis alegraros porque Dios lo envió, ha nacido, lo he visto, es Jesús. Gloria a Dios que siempre cumple sus promesas y

que hará el bien a su pueblo.

 

María y José están asombrados por todo lo que están viendo y oyendo. Dios les hace saber a personas que no conocían que Jesús es verdaderamente el Salvador prometido. Guardan todas estas cosas en sus corazones.

 

Después de estos días inolvidables, regresan a su casa cuidando muy bien al niño.

Pero, veremos en nuestra próxima historia que aún les esperan muchas sorpresas. Entonces, ¡hasta pronto en 1,2,3 ¡Cuéntame!

 

1, 2 3, 4  ¡ Y TÚ Y YO !

 

Personalmente, nunca vi a un ángel. ¿Y tú, alguna vez has visto uno? ¡No !

Tampoco Simeón y Ana, pero Dios hizo de otro modo para que supieran que Jesús nació. Fue en sus corazones donde sucedieron las cosas. Sí, el Espíritu de Dios puede avisarnos, hacernos saber algo especial, es para nosotros.

Dios lo tiene todo a su disposición, hace lo que quiere con cada uno. Pero lo importante para Él es que todos los hombres y niños sepan que Jesús vino para hacerles el bien. Y tú … bueno, ahora lo sabes.

Dime, ¿has notado lo que hacen Simeón y Ana cuando ven a Jesús? Es nuestra pregunta. Hacen como los pastores, alaban a Dios y le dan gracias. Están alegres.

Y tú, ¿tienes alegría en saber que Jesús vino para hacerte el bien, para bendecirte?

 

 4, 3, 2, 1   ¡ Y NOSOTROS PADRES !

 

¿Alguna vez has encontrado a algunos de esos cristianos viejos chispeantes de gozo por el Señor? A pesar de los dolores, de la mala salud, de las preocupaciones de la vida, ¿siguen ahí, alentadores, listos para recordarte las promesas de Dios? Me hacen pensar en Simeón y Ana, cuya fe en la Palabra de Dios no ha vacilado a pesar de años de espera.

Pero, ¿dónde está el secreto de su perseverancia? ¿Cómo entendieron lo que el Espíritu de Dios les estaba diciendo? ¿Qué representaba para ellos la venida de Jesús?

Al releer el segundo capítulo del Evangelio de Lucas, encontrarás respuestas.

La historia de su vida nos ilumina y nos da pistas a seguir.