El papá de Lucas y de Mia acaba de regresar de un gran viaje.
– ¿Cómo fue? dijo Lucas
– “Fue hermoso”, responde papá.
– ¿Cuéntanos qué viste? Mia dijo con impaciencia. ¡Dime, vamos! Dinos !
– “No es fácil porque es completamente diferente de lo que conocéis, pero lo intentaré. Es como…
¡ Pues si ! es como … papá busca palabras para describir lo que vio y escuchó.
Finalmente, les dijo:
– ¡Espero que algún día vayamos todos juntos a ese hermoso país!
Les cuento esta pequeña historia porque hoy vamos a hablar del cielo, donde vive Dios y no es fácil de explicar. Como el papá de Lucas y de Mia, no tenemos palabras para hablar de eso. Dios mismo dijo: « El cielo es como … ». Pero, ¿cómo es? Escucha ahora y lo sabrás. Ha invitado a Léa y Pablo.
Este programa tiene su propio podcast en francés.
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Texto completo de esta historia:
– Francisca: ¡Hola Léa!
– Léa: ¡Hola Francisca!
– Francisca: ¡Hola Pablo!
– Pablo: ¡Hola Francisca!
– Francisca: El cielo del que vamos a hablar no es el cielo azul con nubes donde vuelan pájaros y aviones. Tampoco es el cielo de estrellas, cuerpos celestes y galaxias.
– Pablo: ¿Quieres decir que hay otro cielo?
– Francisca: Sí, un tercer cielo que no podemos ver. Es el cielo de la presencia de Dios, Su morada, Su hogar. Es un lugar muy especial, totalmente diferente de lo que conocemos en la tierra.
– Pablo: ¿La Biblia habla de eso?
– Francisca: Sí, los profetas hablaron de ello, así como Jesús y los apóstoles.
– Pablo: ¿Alguien ha subido al cielo?
– Francisca: No, nadie. Jesús descendió de él y luego volvió a subir el día de la Ascensión.
– Léa: ¿Lo ha visto algún hombre?
– Francisca: Algunos han tenido una visión del cielo. El apóstol Pablo, por ejemplo, pero no escribió lo que vio y oyó, fue tan glorioso. No había encontrado las palabras para hacerlo. Esteban vio a Jesús de pie en gloria a la diestra de Dios. El apóstol Juan también y Dios le pidió que escribiera lo que veía. Es como si Dios nos estuviera diciendo « El cielo es como … »
– Pablo: Entonces, ¿qué vio Juan?
– Francisca: Primero, vio un trono donde reina Dios. No vio a Dios sino la manifestación de Su presencia, de Su gloria. Vio a Jesús y a miles y miles de ángeles. También vio una ciudad, la nueva Jerusalén
– Léa: ¿Por qué se llama Nueva Jerusalén?
– Francisca: Para los judíos, Jerusalén representaba la morada de Dios en la tierra. La Nueva Jerusalén representa Su Presencia y la de los cristianos. Ella está llena de la gloria de Dios, y la gloria de Dios, ¿cómo describirla, cómo imaginarla? ¡ Es imposible !
– Léa: ¿Cómo es esa ciudad?
– Francisca: Juan nos describe esa ciudad con las palabras que conoce. Describe una ciudad toda en oro. Oro tan puro que en la ciudad los muros brillan y son transparentes como el cristal. Está colocada sobre piedras preciosas de colores con reflejos rojos y verdes. Hay varias puertas de entrada hechas de perlas brillantes. Vio un gran lugar de oro puro. Todo es luminoso, deslumbrante; está bañada en luz. No hay contaminación, ni suciedad, ni polvo. No hay necesidad de una iglesia o un templo ya que Dios está allí, y todos pueden verlo, acercarse a Él, hablarle, adorarlo.
– Léa: ¿Es una gran ciudad como una capital?
– Francisca: ¡Más grande aún! Un ángel la midió. Contó más de dos mil kilómetros de lado.
– Pablo: Es impresionante. ¿Por qué es tan alta?
– Francisca: Representa a personas de todas las generaciones, de todos los siglos. Es imposible saber el número. Lo extraordinario es que está abierta a todas las personas, sin distinción.
– Lea: ¿Pero no todos iran?
– Francisca: Sólo entrarán aquellos que han creído en Jesús, que han pedido perdón y se dedican a hacer lo que le agrada. Su nombre está registrado.
– Pablo: ¿Hay un libro en el cielo?
– Francisca: Sí, el libro de la vida. Todos aquellos cuyos nombres estén escritos en este libro serán bienvenidos y recibidos en la presencia de Dios. El cielo es también la casa donde Dios nos espera.
– Pablo: ¿Cómo estaremos?
– Francisca: Entendiste que en el cielo todo es diferente. No tendremos el mismo cuerpo que tenemos ahora. Será un cuerpo celestial y glorioso, como el de Jesús después de Su resurrección. Nunca estará enfermo; no más virus, no más enfermedades. No envejecerá ni morirá jamás.
– Léa: ¿Nos casaremos y tendremos hijos?
– Francisca: No. No habrá hombres, mujeres, niños, ancianos, jóvenes, porque todos seremos como ángeles.
– Pablo: ¿Pero entonces reconoceremos a nuestros padres, a nuestros amigos?
– Francisca: Sí, y los amaremos incluso más que en la tierra. Porque todo será perfecto y nosotros también seremos perfectos. No estaremos perdidos en medio de esa multitud. Conoceremos a todos esos hombres, mujeres y niños de los que nos habla la Biblia, todas esas personas que amaron a Dios en la tierra.
– Pablo: ¿Quieres decir que veremos a Abraham, Moisés, Samuel, los apóstoles?
– Francisca: Sí, también hay una infinidad de ángeles, seres celestiales, además de Jesús, por supuesto. Está en un trono a la diestra de Dios.
– Lea: ¿Qué haremos en el cielo? Vamos a trabajar
– Pablo: Espero que no nos aburramos, ¡la eternidad es larga!
– Francisca: Tienes razón, la eternidad no tiene fin, pero no sería el paraíso si fuera un lugar de aburrimiento, tristeza, dolor. Habrá vida, acción. ¿Cómo? No lo sabemos pero podemos confiar en Dios, Él ha preparado todo para que sus hijos estén en perfecto gozo y felicidad. Podremos adorarlo, contemplarlo, servirlo. También cantaremos, incluso quien no tenga una hermosa voz en la tierra, cantará con las miríadas de ángeles acompañados de música celestial. Juan vio instrumentos musicales dorados.
– Pablo: Es difícil imaginar todo esto. Solo entendemos un poco.
– Francisca: Sí, tienes razón, solo un poco, pero lo suficiente como para hacernos querer pasar nuestra eternidad en la Presencia de Dios. ¿Por qué crees que Dios nos habla del cielo en la Biblia?
– Léa: Para animarnos a serle fieles incluso cuando sea difícil.
– Francisca: Y tú, Pablo, ¿qué te parece?
– Pablo: Quizás también porque tenemos curiosidad, nos gusta saber qué pasará después de nuestra vida en la tierra.
– Francisca: de acuerdo. Muchas gracias a ambos por estar en este programa.
1, 2, 3, 4 ¡ Y TÚ Y YO !
Cuando Jesús regresó al cielo, ¿saben lo que les dijo a sus discípulos, lo que nos dice:
“voy a prepararles un lugar para que donde yo esté vosotros también estéis”.
No hay nada mejor que Su presencia, así que te animo a que lo ames más y más. Hoy es nuestro último programa; pero te invito a escuchar, volver a escuchar, ver y revisar, leer y releer nuestros programas en nuestra página web: www.123raconte.com., todos están disponibles para tí gratuitamente, ¡así que aprovecha y da a concer a tus amigos sobre 123raconte!
4, 3, 2, 1 Y NOSOTROS LOS PADRES!
En el último libro de la Biblia, Apocalipsis, hay muchos textos que se relacionan con eventos futuros y nuestra patria celestial. Estamos lejos de haber entendido todo, pero hemos tratado de proporcionar a los niños algunos elementos importantes para animarlos a caminar con el Señor que les está preparando un lugar en su presencia. Y para vosotros, para nosotros los padres, os dirigimos esta palabra de Jesús:
“¡Buscad primero el reino de Dios! « Lucas 31/12.