Cumplir tus promesas, ¡es importante! ¿no te parece? Al menos, Dios sí las cumple. Hizo muchas promesas, pero hay una en particular que nos interesa. Había prometido enviar a un salvador para librarnos de nuestra desobediencia. Sabemos que ese salvador… es Jesús, su Hijo.
Pero Jesús estaba… en el cielo, entonces, ¿cómo iba a venir a la tierra?
Dios había dado un dato importante. Dijo que vendría como un niño pequeño.
¡Un niño pequeño! Entonces, habría que encontrar a una mamá. ¡Sí! Se necesitaba a una mamá y Dios mismo fue quien la eligió, veremos ahora a quién eligió.
Al final de la historia, tendrás la respuesta a esta pregunta: ¿Quién fue elegida para ser la madre de Jesús y quién es su padre?
Este programa tiene su propio podcast en francés.
Catégories
- English (82)
- Español (82)
- Français (82)
- Livres (5)
- Podcast en Français (80)
- Tables des matières (3)
- Русский (1)
- اردو (1)
Texto completo de esta historia:
¿A QUIÉN HA ESCOGIDO DIOS?
En el pequeño pueblo de Nazaret, vive una joven llamada María. Ama a Dios con todo su corazón. Su prometido, José, es carpintero. Él también ama a Dios.
Un día, María está sola en casa.
De repente, alguien a quien no conoce se le aparece.
¡Es un ángel! El ángel Gabriel le dice:
– Buenos días, María, realmente puedes alegrarte porque Dios está contigo y te bendecirá de una manera muy especial.
María se conmueve, ¿qué significa esto?
– ¡No te preocupes! le dice el ángel. Vengo para darte buenas noticias, agradas a Dios y te ha elegido. Vas a tener un bebé, este bebé es el Salvador que prometió desde hace mucho tiempo. Dios mismo será el padre de este niño, por eso se le llamará Hijo de Dios.
Tu prima, Elisabet, no podía tener hijos. ¡Pues bien! Ella está esperando un bebé. Ves, María, todo es posible para Dios y todo lo que Él promete, lo cumple.
– Estoy al servicio de Dios, responde María, hágase conmigo conforme lo que acabas de decir.
El ángel Gabriel deja a María conmovida y muy feliz.
Guarda en su corazón todas las palabras del ángel « Dios te ha elegido para ser la madre de Jesús, su Hijo… Elisabet también está esperando un bebé ». Es un gran cambio en su vida, va a ser mamá, llevará a ese bebé que Dios ha prometido.
Decide ir a ver a su prima. ¡Qué alegría estar juntas de nuevo!
Cuando se saludan, Elisabet, que está llena del Espíritu Santo, exclama con alegría:
– ¡Tú, María, vienes a mi casa! ¡Vienes a verme pero no merezco tal visita! ¡Eres bendecida y el niño que llevas es bendecido! En el momento en que hablaste, mi bebé saltó de alegría. Bienaventurada eres María, porque Dios te eligió y creíste lo que te anunció el ángel.
María y Elisabet alaban a Dios que hace maravillas tan grandes y que siempre cumple sus promesas, este gran Dios que viene a socorrer a los hombres.
María se queda tres meses en casa de Elisabet. Luego regresa a su casa, esperando con gozo el nacimiento de su bebé, el Hijo de Dios.
1, 2 3, 4 ¡ Y TÚ Y YO!
¿Te imaginas a María, recibiendo la visita de un ángel que viene especialmente del cielo para darle esta extraordinaria noticia?: « ¡Dios te ha elegido para ser la madre del Salvador prometido! »
¿Qué pudo pasar por la mente de María en ese momento? No lo sé…
Seguro que no entendió todo, pero confió en Dios. Creyó con todo su corazón que todo era posible para Él y aceptó lo que el ángel le decía. Iba a tener un hijo, pero un hijo no como los demás porque era el Hijo de Dios.
¿Crees que Jesús es el Hijo de Dios, que es el Salvador prometido?
Yo sí lo creo y te animo a que lo creas tu también.
En nuestra próxima historia, veremos cómo Dios va a dirigir todo para que el nacimiento de este bebé suceda como Él lo anunció.
Y ahora la respuesta a la pregunta que hicimos: María es la madre de Jesús y Dios es su padre.
4, 3, 2, 1 ¡Y NOSOTROS LOS PADRES!
La venida de Jesús a la tierra es un milagro. Lo que lo diferencia de todos los humanos es precisamente su divinidad. Es el Hijo del Hombre y también el Hijo de Dios. Este es un fundamento de la fe de los cristianos, tanto de padres como hijos.
Cuando los padres creemos en Dios y en Jesús, podemos acompañar a nuestros hijos en su camino de fe. Es una gran aventura.